Assassin’s Creed Shadows

Assassin's Creed Shadows es un juego de luces y sombras, una de cal y otra de arena. Por un lado, su recreación del Japón Feudal es sublime, con una mejora gráfica notable y un arranque potente, cuyo punto álgido es el magnífico encuentro entre Naoe y Yasuke.

Sin embargo, el juego tropieza en las mismas piedras de siempre. La estructura de misiones cae en la repetitividad de la "fórmula Ubisoft". Además, el sistema de dos protagonistas, aunque interesante, se desequilibra. Como bien dices, es más eficiente usar la fuerza bruta de Yasuke, lo que devalúa el sigilo de Naoe y, por extensión, uno de los pilares de la franquicia.

Pero su pecado capital es narrativo. Al ignorar casi por completo el Credo, la lucha contra la Orden y la mitología del Fruto del Edén, el juego se siente desconectado de su propia identidad, enfocado más en los nuevos jugadores. La promesa de Ubisoft de profundizar en el lore en un futuro DLC no es una solución, es agravar el error. Es una decisión que, como fan, se siente como una traición, al relegar el corazón de la saga a un contenido de pago en lugar de integrarlo en la historia principal donde pertenece.